Tenía 18 años cuando mis tíos me invitaron a pasar un fin de semana en su finca a las afueras de la ciudad. No era un plan que me agradara mucho puesto que mis dos primos (sus hijos) son muy pequeños y, aunque los quiero, no me divertiría mucho todo un fin de semana con ellos. Ante la insistencia de mis tíos acepté finalmente la invitación.

La finca era pequeña y tenía una casa para mis tíos, sus hijos y los huéspedes, y una zona social aparte, compuesta por la piscina, un baño para quienes la usaran y, justo detrás de ese baño, una habitación y otro baño privado para el señor que cuidaba la casa.

Llegamos a la finca y nos instalamos en nuestras respectivas habitaciones. Posteriormente salí a la piscina y me cambie en el baño antes de entrar al agua con mis primitos. Mientras estábamos jugando en la piscina, vi con extrañeza a un hombre joven, de unos 23 o 24 años, que estaba limpiando la zona verde alrededor de la casa. Me fijé también en su torso, ya que él estaba sin camisa. Los músculos de su pecho, sus brazos y su abdomen estaban bastante marcados. Era delgado, atlético y no tenía ningún bello en su torso. Se notaba que llevaba ya algunas horas trabajando pues estaba bastante sudado. Desde donde estaba, él levantó la mano saludando a los niños y ellos le respondieron. Posteriormente me explicaron que se trataba de Joaquín, el nuevo encargado de cuidar la finca. No le presté mucha atención al tema y seguí jugando con mis primos.

Jugamos toda la tarde hasta que mi tía nos llamo a comer. Mis primos entraron corriendo a la casa y yo me quedé en la piscina para recoger los juguetes que habíamos utilizado. Para no entrar con la short mojada a comer, decidí secarme y cambiarme primero en el baño de la piscina, el mismo que queda detrás de la habitación de Joaquín.

Estaba ya en el baño y me había quitado la short cuando escuché que, del otro lado de la pared, se abría el agua de una ducha. Era Joaquín quien tomaba un baño. Llegó entonces a mi mente un pensamiento extraño. Me imaginé al trabajador del torso perfecto duchándose desnudo. Se me ocurrió que debería tener unas piernas acorde con su marcado torso, también pasó por mi mente una imagen de sus partes íntimas. No se por qué llegó a mi este pensamiento. No se por qué me interesó por un momento la imagen desnuda de un hombre. Tal vez sería la oscuridad y el ambiente de la finca. Tal vez sería el cansancio de una tarde en la piscina y sus efectos en mi ahora relajado cuerpo. No lo se.

Terminé de secarme y me vestí de nuevo. Estaba ya dispuesto a salir, cuando mi mente volvió a comandar mi cuerpo y lanzó otro pensamiento: El orificio de ventilación en la pared que separaba a mi baño de la ducha de Joaquín. Era una pequeña ventana ubicada en la parte superior de la pared. Estaba muy alta, a dos metros del suelo para cumplir su función de ventilar y no interferir con la privacidad de ambos baños. Esas ideas que me llegaban, parecían producto de mi subconsciente, como si estuviera tratando de discurrir la forma de ver desnudo a Joaquín. En ese momento me quedé pensativo, un temor recorrió mi cuerpo por lo que estaba pensando. No sabia que debía hacer: salir del baño y olvidarme de todo eso o…

…con algo de debilidad en las piernas por el temor que sentía, y con una confusión que nunca había experimentado, me subí al sanitario con cuidado de no hacer ningún ruido.

Lentamente me incorporé hasta que mis ojos quedaron en el borde inferior de aquella ventana de ventilación. Lo pensé nuevamente y me decidí: en un siguiente impulso terminé de erguir mi cuerpo y de esa forma me asomé lentamente a la ducha de Joaquín.

Lo primero que vi fue su cabeza. La llave de la regadera estaba justo en la pared en la que yo me apoyaba y Joaquín estaba parado bajo el chorro de agua, mirando hacia el piso mientras pasaba sus manos por su torso. Eso ayudó a que él no pudiera verme. Mi adrenalina subía poco a poco ante el temor de ser descubierto. Hubiera podido irme ya. Ya había cumplido mi objetivo de verlo mientras se duchaba. Pero algo me detenía, no entendía por qué, pero quería ver todo su cuerpo, no solo su cabeza desde arriba.

Joaquín cerró la llave del agua y sacudió su cabello. Estuve atento a esconderme si él llegara a elevar su mirada. Retrocedió un poco y tomó la toalla. Secó primero su cabeza. En ese momento, Joaquín me dio una vista privilegiada de la parte frontal de todo su cuerpo. Tal como lo imaginaba, sus piernas eran fuertes y marcadas como su torso. Sus caderas y su cintura eran pequeñas y … me fijé en su verga, mis ojos pasaron por las partes íntimas de Joaquín y llamaron mi atención.

No era la primera vez que veía a un hombre desnudo: había visto a mis amigos de mi equipo de fútbol cuando estábamos en los lockers. Pero era la primera vez que yo le imprimía un poco de malicia y morbo a la desnudez de un hombre. Además, nunca había visto un pene como el de Joaquín: era grande, sin ser de un tamaño exagerado. Estaba rodeado por pelos un poco escasos y colgaba sobre dos guevas redondas y no muy grandes. Nunca me había fijado en el pene de un hombre. Nunca había sentido deseos de observar a un hombre desnudo. Pero en ese momento, sintiendo los intensos latidos de mi corazón repicar en todo mi cuerpo, con los ojos abiertos a mas no poder y con un poco de temblor en mi cuerpo, estaba allí, viendo desnudo a un hombre mayor que yo. Un hombre fuerte, viril. Un hombre que, de haberse enterado de mi imprudencia, seguramente me hubiera atacado con sus fuertes puños. Allí estaba yo sin saber por qué y, sin darme cuenta, había retirado una de mis manos que me servía de apoyo en la pared, y estaba acariciando con ella mi pene … que estaba en erección.

Unos instantes después, sin hacer ningún ruido bajé del sanitario. Acomodé mi pene de tal forma que no se notara la erección y salí del baño hacia la casa para comer. Llevaba cierto temor por lo que acaba de hacer, estaba nervioso y confundido, pero también dispuesto a olvidar ese tema de espiar a un hombre en la ducha. Sentía vergüenza de mi mismo y algo de culpa.

CONTINUARÁ…

 

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